domingo, 4 de enero de 2009

De Los imperios de la luna de Cyrano de Bergerac...

"Apenas desapareció de mi presencia, me puse a examinar atentamente los libros. Las cajas, es decir las cubiertas, pareciéronme sorprendentes por su belleza [...] Mi demonio había traducido ambos libros a la lengua de aquel mundo, pero como no he hablado aún de la imprenta de allí, voy a explicar la hechura de aquellos dos volúmenes. Al abrir la caja, hallé dentro un no sé qué de metal muy semejante a nuestros relojes, lleno de un sin fin de pequeños resortes y máquinas imperceptibles. Es ciertamente un libro, pero libro maravilloso, sin hojas ni letras; libro es, en fin, en el que, para comprender, los ojos son inútiles y no se necesitan más que orejas. Cuando alguien, pues, desea leer, da cuerda con una gran cantidad de llaves de todas clases a esta máquina, coloca luego la aguja sobre el capítulo que desea escuchar y al mismo tiempo salen de esta nuez, como la boca de hombre o instrumento musical, todos los sonidos distintos y diferentes que sirven entre los grandes selenitas para expresar el idioma [...] nunca les hace falta la lectura: en casa, de paseo, en la ciudad, de viaje, a pie o a caballo pueden llevar en el bolsillo o colgados en el arzón de la silla treinta libros en los que no tienen más que accionar un resorte para escuchar el libro entero. De modo que continuamente tenéis alrededor a todos los grandes hombres, muertos o vivos, que os hablan de viva voz. Los regalos aquellos me ocuparon más de una hora y finalmente, habiéndomelos colgado de las orejas a guisa de pendientes, salí a la calle a pasearme."

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