martes, 9 de diciembre de 2008

De El archivista y los empleos imaginarios de Mario Vargas Llosa...

"Poco a poco descubro que el Congo entero está atiborrado de ficciones semejantes...¿De qué se trata? De un ejercicio colectivo de magia simpátetica, parecido al de esos pueblos primitivos que, según cuenta Frazer en La Rama Dorada, zapatean contra la tierra imitando la caída de las gotas de la lluvia a fin de que así, contagiado, el cielo descargue sus aguas sobre la tierra sedienta. Pero, no hay nada primitivo sino una conducta altamente civilizada en este recurso a la ficción con que millares de congoleños siguen yendo a trabajar, aunque sepan perfectamente que esos trabajos ya no existen. Ellos hacen lo que pueden hacer. No está en sus manos resucitar las locomotoras destruidas, ni comprar libros para la biblioteca, ni sobornar a las compañías desertoras para que retornen...Cuando la realidad se vuelve irresistible, la ficción es un refugio. Por eso existe la literatura, esa escapatoria de los tristes, los nostálgicos y los soñadores. Los congoleños no la leen, la viven."

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