"...¿La necesitaba todavía, o ella a él? ¿No estaban jugando a un juego infinito? ¿Era necesario vivir para ello? ¡No, desde luego que no! Aquel juego se llamaba sansara: un juego de niños que quizá fuera agradable jugar una, dos o diez veces..., pero ¿siempre, siempre?
Y entonces supo Siddharta que el juego había terminado y que él ya no podría volver a jugarlo. Un estremecimiento sacudió su cuerpo: algo en su interior, sintió de pronto, había muerto.
...Kamala, en cambio, no ordenó su busca. Ni se sorprendió al enterarse de que Siddharta había desaparecido. ¿No se lo esperaba desde siempre? ¿Acaso no era él un samana, un hombre sin hogar, un peregrino? Todo esto lo había sentido Kamala más que nunca durante el último encuentro, y pese al dolor que suponía su pérdida, se alegro de haberlo tenido, aquella última vez, tan próximo a su corazón, y de haberse sentido una vez más tan plenamente poseída y compenetrada con él."
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